LOS GOLPES EN LA CARA Y SUS
CONSECUENCIAS
Los golpes en la cara y boca pueden lesionar dientes y/o tejidos
de soporte.
Al recibir un golpe debes acudir a control odontológico ya que
muchas veces aun cuando no te percates de algún daño en el momento del
accidente, pueden aparecer secuelas posteriores en el tiempo, entre otros,
oscurecimiento de dientes (dientes grises o negros) e infecciones.
Producto de esos golpes también se originan fracturas de coronas,
raíces o ambas, movilizaciones de dientes, lesiones de hueso y encías, e
incluso perdida, por desalojo, de uno o más dientes.
Sobre todo en la última situación es de suma importancia acudir a
un odontólogo antes de 1 hora después de ocurrido el accidente para mejorar el
pronóstico y tener la posibilidad de reposicionar el diente desalojado y no
perderlo.
Lesiones en la cara
También son siempre por traumatismo directo.
Entre las más frecuentes se encuentran las dentarias y las
nasales, aunque las más graves por sus consecuencias son las de los ojos.
Fracturas dentales
Se han reducido mucho con la aparición de los protectores bucales,
aunque la incomodidad de su uso hace que se vean muy pocos en las instalaciones
deportivas.
Las lesiones más habituales, y por supuesto las más visibles, son
las de los incisivos.
En ningún caso implican una lesión grave ni que requiera urgencia
en su tratamiento, excepto por el nerviosismo que produce el roce de la lengua
contra un diente partido.
Es importante valorar la deglución o no de las partes dentarias
fracturadas, porque en traumatismos bruscos que provocan inconsciencia conviene
buscar esos trozos dentro de la boca.
Especial significación tienen las heridas incisas producidas por
los dientes en la piel de otro deportista, pues siempre requieren tratamiento
antibiótico y la correspondiente vacunación antitetánica.
Fracturas nasales
Las contusiones nasales sangran con mucha facilidad, tanto si
conllevan fractura de huesos propios o de tabique como si sólo afectan a partes
blandas.
El peligro de estas lesiones está en la hemorragia y la ingestión
de sangre por vía respiratoria o digestiva, si el traumatismo produce conmoción.
Por ello, detener el sangrado es el primer objetivo. Además de la
compresión digital de la fosa nasal, conviene taponar el orificio, siempre con
gasas y no con algodón, a no ser que éste sea específico.
Para evitar secuelas estéticamente desagradables, la reducción de
la fractura nasal debe realizarla un especialista.
A veces, cuando la desviación es lateral y muy aparente, se puede
reducir la fractura del tabique con un desplazamiento brusco, aunque se debe
tener una mínima experiencia para intentarlo.
Lesiones del ojo
Son más trascendentes las lesiones del ojo.
Las más frecuentes se dan en los deportes de pelota, por contusión
directa o roce, aunque también puede generarlas el oponente con los dedos.
Las lesiones van desde la frecuente herida en el globo ocular, con
sangre o no en la cámara anterior, hasta la luxación del cristalino (deformidad
brusca de la lente que realiza el ajuste de la visión en el ojo), o la más grave
de desprendimiento de retina (separación brusca de los receptores del nervio
óptico).
Antes de la vuelta al ejercicio se debe consultar al oftalmólogo
si, como consecuencia del traumatismo, existe un trastorno subjetivo de la
visión de cualquier tipo.
Lesiones de los huesos faciales
Por suerte, son menos frecuentes en los deportes habituales,
aunque no están exentos de padecerlas quienes practican deportes donde el
contacto con el oponente es muy intenso, tales como:
- Afectan habitualmente al maxilar superior, arco zigomático y hueso malar.
- En todos los casos el diagnóstico y la reducción deben ser precoces para evitar la rápida solidificación de fracturas inestables.
Lesiones del oído
Se reparten entre las que se producen en el pabellón auricular por
golpeo o rozamientos repetidos, y las de conducto auditivo por irritación
brusca o continuada.
Las lesiones del pabellón producen un hematoma o moretón, y una
inflamación
Son muy frecuentes las lesiones del conducto auditivo, sobre todo
en la parte externa, por infección aguda en los deportes acuáticos.
Una vez instaurado el cuadro el tratamiento médico es imprescindible,
junto a las medidas higiénicas de eliminación del agua acumulada en el
interior.
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